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La perfección como enemiga de la excelencia.
Enseñar desde la perfección es un error. ¿Por qué? Aquí tienes mis razones:
- La perfección siempre busca lo inalcanzable.
- La perfección es limitada.
- La perfección es programada.
- La perfección implica que nunca se es lo suficientemente bueno.
- La perfección fomenta la procrastinación, es decir, se acaban retrasando actividades o situaciones que son prioritarias por otras menos relevantes.
- La perfección teme el error y el fracaso.
- La perfección conlleva ser codicioso y envidioso.
- La perfección relega a un segundo plano lo ético y lo moral.
- La perfección fomenta el individualismo.
- La perfección no reconoce las limitaciones de uno mismo.
- La perfección mina la autoestima.
- La perfección prima el resultado.
La excelencia como reto.
Enseñar desde la excelencia es el reto que deberías asumir como docente. ¿Por qué? Aquí tienes mis razones:
- La excelencia se centra no en lo perfecto, sino en lo correcto.
- La excelencia ve en el error un proceso más del aprendizaje.
- La excelencia no conoce límites y siempre tiene margen para la mejora.
- La excelencia es espontánea.
- La excelencia es un ejercicio de generosidad porque se centra en lo que puedes dar y no en lo que te gustaría poseer.
- La excelencia mejora la autoestima y ayuda al crecimiento personal a partir de la confianza depositada en uno mismo.
- La excelencia valora el proceso.
La escuela de hoy, la escuela en la que enseñas es una escuela que da la espalda a la excelencia, es una escuela de resultados y no de procesos, es una escuela de donde la inteligencia intelectual, la nota máxima, el 10, está por encima de la inteligencia emocional, la inteligencia que premia el error, que se centra en la autoestima, en la mejora del autoconcepto.
¿Por que sé enseña desde la perfección y no desde la excelencia en las escuelas?
Seré muy breve en la respuesta. Porque la perfección es más cuantificable. Porque se centra en el resultado, es inmediata, no implica la revisión. De ahí que prefiramos todavía las pruebas y exámenes, auténticos remansos de perfección.
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