Maestros ejemplares de colegios destacados en pruebas Saber 11 hablan de las claves de su modelo.
Son inolvidables. Son esos maestros que se salen del molde y dan a sus estudiantes una experiencia digna de ser recordada toda la vida. Ellos hacen parte de una buena experiencia educativa, que va más allá de la calidad. Conocen la importancia de usar métodos de enseñanza alternativos y de incluir la diversión en sus lecciones.
EL TIEMPO hizo una selección de cinco profesores de colegios que se han destacado en los últimos años en las pruebas Saber 11 (el antiguo examen del Icfes). Los nombres de los candidatos fueron entregados por los rectores de esas instituciones, que tuvieron en cuenta no solo su nivel de excelencia, sino también el aprecio y el respeto que les profesan alumnos y exalumnos.
Rosa Helena Álvarez
Con la radiografía de un tórax, Rosa Helena Álvarez les enseña anatomía a los pequeños de preescolar que tiene a cargo en el Colegio La Quinta del Puente, de Floridablanca (Santander). “Los niños, en esencia, son exploradores. Me interesa sembrarles la semilla de la investigación y mejorar su visión de la ciencia, que la vean sencilla”, explica antes de repartir batas de laboratorio, un microscopio y el rompecabezas de un esqueleto sonriente. Las experiencias personales de los alumnos también se convierten en materia de indagación, y mediante el juego se integran a la clase, que dura media hora. “Ser científico no se trata de ser alguien alejado, entregado a una profesión, sino de ser capaz de curiosear y de ir más allá de lo que el mundo nos muestra”, concluye Álvarez, que tiene 18 años de experiencia.
Marina Larrahondo: química entre amigos
Una clase suya parece una conversación entre amigos. Sin perder rigor, la profesora de química del grado 11 del Colegio San Jorge de Inglaterra, de Bogotá, se dirige a sus estudiantes con frescura y ellos retribuyen su confianza con preguntas y comentarios pertinentes. Otra de sus claves es aterrizar la teoría aprendida en situaciones de la vida real o vistas en cine. No es raro que los alumnos mencionen ejemplos vistos en los noticieros o en series de televisión como ‘Breaking Bad’. Al final de la lección, sus pupilos aseguran que es tan entretenida que parece que los 45 minutos que dura se hacen cortos. “Siempre nos deja con ganas de más, de que la próxima clase llegue pronto”, afirma uno de ellos.
Beatriz Lora, moderadora de debates
Es evidente el entusiasmo de los estudiantes de quinto del Colegio Los Nogales, de Bogotá, en la clase de ciencias sociales: parece una competencia por ver quién habla primero y mejor. El papel de la docente se parece más al de la moderadora de un debate. La participación es uno de los cuatro mandamientos que la profesora Lara mantiene en el tablero. Los otros tres son oír, escribir y leer. Con 45 años de experiencia, ella reconoce que la clave del éxito para los maestros es estar actualizados y plantear desafíos interesantes a los alumnos. “Por ejemplo, en historia los reto a que comparen las situaciones del pasado con las del presente, para estimular su pensamiento crítico y sus habilidades de comunicación”, cuenta.
Los inolvidables cuentos de Sandra Madrid
Para Sandra Madrid siempre será importante empezar su clase con una sonrisa. Su método de enseñanza parte del amor a su profesión y del cariño que siente por sus alumnos de preescolar, que no le quitan la mirada de encima cuando les habla –con sus ojos grandes, su larga cabellera y sus gestos exagerados– sobre Rafael Pombo, las maravillas de la lectura y lo sabroso que puede ser un buen cuento en cualquier momento del día. Tras 14 años como docente del Colegio Diana Oese, de Cali, se enorgullece de que muchos estudiantes la sigan visitando en ese pequeño salón de 12 puestos que alguna vez usaron para aprender español. “No olvido los cuentos que nos enseñó. El cariño que le tenemos es gigante”, asegura María Camila García, de noveno.
Diego Ferreira y sus productos
En medio de herramientas como caladoras y taladros, este profesor enseña a alumnos de grados sexto a noveno a colaborar para crear productos. En su clase, lo menos importante es el resultado, pues el acento está puesto en el proceso para llegar a él y en el uso efectivo del tiempo en el aula, razón por la cual no deja tareas. “El objetivo es que los estudiantes encuentren los problemas y, de igual manera, las soluciones”, explica este hombre de 31 años, hijo de maestros y encargado de dictar product design (diseño de producto), materia del currículo del Colegio Internacional de Educación Integral (Ciedi), de Bogotá. Ferreira se graduó del Ciedi y es docente desde hace tres años.
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Por: EL TIEMPO |