Adolfo Zableh Durán
7:54 p.m. | 8 de mayo de 2015
La pelea entre Fecode y el Gobierno se centró en el sistema de evaluación y en el aumento del sueldo, pero el problema va más allá. Es la corrupción, la desigualdad.
La educación pública tiene el mayor presupuesto de su historia y aún así los profesores se quejan del sueldo. Un estudio afirma que el salario de los maestros en Colombia es el tercero más bajo del continente, al tiempo que el Papa dice que enseñar es un oficio bello, pero mal remunerado. Todo indica que hay que hacerles caso a los estudios. O al Papa.
Algo no cuadra, porque mientras enseñar es bello, ser profesor mata de hambre y la buena educación vale un riñón. La pelea entre Fecode y el Gobierno se centró en el sistema de evaluación y en el aumento del sueldo, pero el problema va más allá. Es la corrupción, la desigualdad.
Usted oye hablar a un político en campaña y suena como si fuera a cambiar las cosas. Los candidatos afirman que hay que mejorar la educación, pero luego lo olvidan porque educar a la gente significa perder clientela. Es imposible salir adelante cuando la educación es un privilegio y no un derecho, y cuando se invierte más en policías que en profesores, aunque se necesiten ambos. Este gobierno le ha destinado más presupuesto a la educación que a la guerra, lo que resulta transgresor en un país subdesarrollado. Falta ver cómo se transforma en cambios reales.
Ahora, estudiar está sobrevalorado. Estudiar, no aprender, que no es lo mismo. Usted puede llenarse de doctorados y ser un tarado, o aprender en un sótano y resultar un genio. Estudiar no garantiza nada. Muchos de los memes contra Gina Parody fueron hechos por gente que asistió a la universidad, y en cualquier página de internet las noticias más leídas son las más frívolas, consultadas por individuos que estudiaron; no en vano saben leer y usar un computador. Yo he visto a gente con dos posgrados enfiestarse con reguetón.
Entonces, lo que necesitamos es aprender, y ojalá de lo que nos gusta. No sobra conocer el número atómico del Estroncio, así sea una lata, pero sería bello que en el colegio nos ayudaran a descubrir aquello que nos apasiona e inculcárnoslo, en vez de prepararnos a todos para ser médicos o ingenieros. Y ese es otro gran problema de la educación, que muchos están muertos por dentro y ni una beca en Harvard les activa el espíritu, agarran la primera oportunidad de trabajo que se les presenta para no morirse de hambre.
Tampoco creo en llegar a la universidad y hacer doble carrera. ¿Para qué, si los que sobresalen en esta vida se entregaron con rabia a esa único oficio que los obsesionaba? Basta con saber hacer una cosa. No solo para sobrevivir, sino para ser feliz. Dedique su vida a lo que le gusta y estará salvado.
Y encima, el sistema educativo está mal diseñado, aunque lo mismo podría decirse del mundo. Juntar gente en un salón porque tiene la misma edad y posición social no tiene lógica. El colegio es hostil porque los niños son malos. Y no malos, sino que actúan de corazón. Luego crecen y no pierden la esencia, sino que la esconden. Los que mejor posan de correctos terminan en política. Yo pasé por dos colegios. En uno se graduó Armando Benedetti; en el otro, Germán Vargas Lleras. Lo dicho, estudiar no asegura nada.
La otra cosa que me marcó de mis colegios es que eran solo para hombres y hoy son mixtos. Yo tengo la idea de colegio relacionada con la del sexo, o con la de la ausencia de él. Por eso ahora paso por guarderías de estrato seis a ver mamás bonitas, de esas que recogen a sus hijos en camionetas finas. Fantaseo con que alguna se enamora de mí y me saca a vivir, porque si tiene para pagar la guardería del hijo, que vale una millonada, tiene para mantenerme. Es que soy periodista y no puedo darme los lujos que creo merecer. Dicen que es un irresponsabilidad social tener policías, profesores y periodistas mal pagados, y que mientras nuestros políticos sean corruptos nunca alcanzaremos la paz. Algún sino trágico debe cargar la P.
Algo no cuadra, porque mientras enseñar es bello, ser profesor mata de hambre y la buena educación vale un riñón. La pelea entre Fecode y el Gobierno se centró en el sistema de evaluación y en el aumento del sueldo, pero el problema va más allá. Es la corrupción, la desigualdad.
Usted oye hablar a un político en campaña y suena como si fuera a cambiar las cosas. Los candidatos afirman que hay que mejorar la educación, pero luego lo olvidan porque educar a la gente significa perder clientela. Es imposible salir adelante cuando la educación es un privilegio y no un derecho, y cuando se invierte más en policías que en profesores, aunque se necesiten ambos. Este gobierno le ha destinado más presupuesto a la educación que a la guerra, lo que resulta transgresor en un país subdesarrollado. Falta ver cómo se transforma en cambios reales.
Ahora, estudiar está sobrevalorado. Estudiar, no aprender, que no es lo mismo. Usted puede llenarse de doctorados y ser un tarado, o aprender en un sótano y resultar un genio. Estudiar no garantiza nada. Muchos de los memes contra Gina Parody fueron hechos por gente que asistió a la universidad, y en cualquier página de internet las noticias más leídas son las más frívolas, consultadas por individuos que estudiaron; no en vano saben leer y usar un computador. Yo he visto a gente con dos posgrados enfiestarse con reguetón.
Entonces, lo que necesitamos es aprender, y ojalá de lo que nos gusta. No sobra conocer el número atómico del Estroncio, así sea una lata, pero sería bello que en el colegio nos ayudaran a descubrir aquello que nos apasiona e inculcárnoslo, en vez de prepararnos a todos para ser médicos o ingenieros. Y ese es otro gran problema de la educación, que muchos están muertos por dentro y ni una beca en Harvard les activa el espíritu, agarran la primera oportunidad de trabajo que se les presenta para no morirse de hambre.
Tampoco creo en llegar a la universidad y hacer doble carrera. ¿Para qué, si los que sobresalen en esta vida se entregaron con rabia a esa único oficio que los obsesionaba? Basta con saber hacer una cosa. No solo para sobrevivir, sino para ser feliz. Dedique su vida a lo que le gusta y estará salvado.
Y encima, el sistema educativo está mal diseñado, aunque lo mismo podría decirse del mundo. Juntar gente en un salón porque tiene la misma edad y posición social no tiene lógica. El colegio es hostil porque los niños son malos. Y no malos, sino que actúan de corazón. Luego crecen y no pierden la esencia, sino que la esconden. Los que mejor posan de correctos terminan en política. Yo pasé por dos colegios. En uno se graduó Armando Benedetti; en el otro, Germán Vargas Lleras. Lo dicho, estudiar no asegura nada.
La otra cosa que me marcó de mis colegios es que eran solo para hombres y hoy son mixtos. Yo tengo la idea de colegio relacionada con la del sexo, o con la de la ausencia de él. Por eso ahora paso por guarderías de estrato seis a ver mamás bonitas, de esas que recogen a sus hijos en camionetas finas. Fantaseo con que alguna se enamora de mí y me saca a vivir, porque si tiene para pagar la guardería del hijo, que vale una millonada, tiene para mantenerme. Es que soy periodista y no puedo darme los lujos que creo merecer. Dicen que es un irresponsabilidad social tener policías, profesores y periodistas mal pagados, y que mientras nuestros políticos sean corruptos nunca alcanzaremos la paz. Algún sino trágico debe cargar la P.
Adolfo Zableh